Cantad al SEÑOR, toda la tierra; proclamad de día en día las buenas nuevas de su salvación. Contad su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.
“No es tu cabello de lujo, las joyas de oro o la ropa fina lo que debería hacerte bella. No, tu belleza debe venir de tu interior, la belleza de un espíritu gentil y tranquilo. Esa belleza nunca desaparecerá y vale mucho para Dios “.